Bugatti somete a cada uno de sus vehículos a un estricto proceso de pruebas antes de su entrega, y el Bolide, su hiperdeportivo de circuito, no es una excepción. Aunque su diseño está enfocado en el máximo rendimiento en pista, cada unidad debe superar una rigurosa fase de validación que asegura su fiabilidad y calidad.

Con una potencia de 1.600 CV y un chasis ultraligero de fibra de carbono, el Bolide representa el lado más radical de la marca. Sin embargo, la exigencia de Bugatti va más allá de la pura velocidad: cada unidad se somete a un programa de inspección minucioso en el que se evalúan aspectos mecánicos, electrónicos y dinámicos antes de su entrega a los clientes.

Uno de los puntos clave en este proceso es la colaboración con el Circuito de Mirecourt, una pista de 3.750 metros ubicada en el departamento de Vosgos, cerca de la sede de Bugatti en Molsheim. Este trazado se ha convertido en el escenario ideal para poner a prueba las capacidades del Bolide en un entorno controlado, permitiendo a los ingenieros de la marca analizar su comportamiento en situaciones extremas.



El proceso de validación se divide en dos fases. En la primera, se realizan pruebas de precisión y ajustes fundamentales, donde se verifica la alineación de la dirección, la respuesta de los frenos y la correcta calibración de todos los sistemas de conducción. Las pruebas de frenado comienzan a velocidades moderadas de 50 km/h y aumentan progresivamente hasta los 250 km/h, permitiendo un asentamiento óptimo del sistema de frenado y la detección de posibles anomalías.
Una vez completada esta etapa, el vehículo pasa a la fase de rendimiento extremo. Aquí, los ingenieros llevan el Bolide al límite en términos de aceleración, estabilidad y respuesta en circuito. Se realizan pruebas de lanzamiento desde parado, vueltas a máxima velocidad alcanzando los 300 km/h y análisis detallados del funcionamiento del ABS y el control de tracción. Para garantizar la fiabilidad mecánica, los técnicos monitorizan constantemente temperaturas clave, como la de los frenos, que deben descender por debajo de los 300°C antes de continuar con las pruebas.

El equipo de validación está compuesto por ocho especialistas, entre los que se incluyen pilotos de pruebas, mecánicos y expertos en sistemas de refrigeración y neumáticos. Su objetivo es garantizar que cada Bolide entregue el rendimiento esperado sin comprometer la seguridad ni la durabilidad de sus componentes.

Además de las pruebas en pista, cada unidad es sometida a un análisis exhaustivo con herramientas de telemetría avanzada, capaces de detectar variaciones mínimas en la respuesta del vehículo. Los datos recopilados permiten realizar ajustes de precisión, asegurando que cada hiperdeportivo cumpla con los estándares de calidad de la marca antes de su entrega.

El compromiso de Bugatti con la excelencia se refleja en este meticuloso proceso de validación, donde cada detalle es evaluado con la misma exigencia aplicada al desarrollo del vehículo. Así, el Bolide no solo ofrece prestaciones de competición, sino que lo hace con la fiabilidad y el nivel de acabado característicos de la firma francesa.