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Lexus RX 500h F Sport: lujo híbrido con alma deportiva

No todos los híbridos están pensados para quienes buscan ahorro y conducción relajada. Algunos, como el Lexus RX 500h F SPORT, tratan de conciliar la eficiencia con un dinamismo más visceral. Después de convivir con este modelo durante una semana, puedo decir que es el RX que más se acerca a lo que muchos conductores europeos demandan: una estética rotunda, respuesta inmediata al acelerador, y una puesta a punto que se aleja del típico aislamiento burgués. Lexus ha querido demostrar que también sabe hablar el idioma de los que disfrutan conduciendo, y lo ha hecho sin renunciar a su filosofía híbrida.

Desde fuera, lo primero que capta la atención es su apariencia. El acabado F SPORT Performance lo viste de una manera mucho más agresiva, pero sin caer en lo caricaturesco. El color Blanco Nova de nuestra unidad, combinado con las llantas de 21 pulgadas en acabado negro mate, transmite una imagen poderosa, sofisticada y deportiva. No hay cromados brillantes ni concesiones al exceso decorativo. La parrilla oscurecida, los pasos de rueda ensanchados y el paragolpes delantero específico dan presencia sin estridencias. Al observarlo, el coche impone. Y no solo por tamaño: mide 4,89 metros de largo, 1,92 de ancho y 1,70 de alto.


Una vez dentro, lo primero que llama la atención fue la calidad percibida. El interior está terminado con materiales de una extraordinaria calidad, con superficies mullidas, bien ajustadas y con un diseño que combina sobriedad y modernidad de forma muy equilibrada. La tapicería en cuero Rioja Red aporta un punto extra de distinción y personalidad, reforzando la sensación de estar ante un producto cuidado hasta el más mínimo detalle. Los asientos deportivos sujetan bien sin llegar a resultar incómodos; permiten recorrer largas distancias sin que aparezca la más mínima sensación de fatiga. Además, ofrecen calefacción y ventilación, lo que incrementa notablemente el confort en cualquier época del año. El ajuste eléctrico facilita encontrar una postura perfecta de conducción en cuestión de segundos, adaptándose con precisión al cuerpo. El volante también está calefactado, presenta un grosor muy acertado y transmite solidez en el agarre. Incorpora levas tras el aro que, si bien no resultan imprescindibles en la mayoría de situaciones cotidianas, permiten cierto grado de control manual sobre el funcionamiento del sistema híbrido, algo que puede ser útil en tramos de descenso prolongado o en conducción más dinámica.

En cuanto al espacio interior, el habitáculo transmite amplitud desde el primer momento. La sensación general es de desahogo, gracias a una buena anchura a la altura de hombros y codos, y a una distancia al techo generosa incluso para personas de talla elevada. Las plazas delanteras gozan de una excelente ergonomía, pero es en las traseras donde sorprende especialmente. El acceso es cómodo gracias a una apertura de puertas amplia y una altura bien resuelta, y una vez sentado detrás, hay margen de sobra tanto para las piernas como para la cabeza. Incluso con el asiento delantero situado para un conductor de más de 1,85 metros, detrás queda espacio suficiente como para que otro adulto viaje sin restricciones. El suelo casi plano y la notable anchura permiten que tres ocupantes puedan compartir viaje con un confort aceptable, algo poco habitual en este segmento. La calidad de acabados se mantiene también en la segunda fila, con superficies agradables al tacto, salidas de climatización independientes y, en función del acabado, incluso calefacción en los asientos traseros.

En lo que respecta a la capacidad de carga, el maletero presenta una buena cifra para tratarse de un SUV híbrido no enchufable. Con 535 litros de capacidad según la norma VDA, ofrece un espacio más que suficiente para el equipaje de una familia en un viaje largo. Las formas son aprovechables, el umbral de carga está bien resuelto y cuenta con doble fondo, ideal para guardar objetos pequeños o el cable de carga en versiones electrificadas. El respaldo trasero es abatible en proporción 60:40, lo que permite ampliar el volumen hasta superar los 1.600 litros cuando se requiere mayor versatilidad. Además, la superficie resultante al abatir los asientos es prácticamente plana, lo que facilita transportar objetos voluminosos o alargar el espacio útil en desplazamientos puntuales. Se nota que ha habido un esfuerzo por mantener el equilibrio entre el espacio destinado a los pasajeros y el reservado para el equipaje, sin comprometer ninguno de los dos.

El sistema multimedia está formado por una pantalla táctil de 14 pulgadas con una respuesta excelente. Tanto Apple CarPlay como Android Auto funcionan sin cables, y la interfaz de Lexus ha mejorado notablemente. Aun así, echo de menos algunos accesos físicos a los modos de conducción o al climatizador. La digitalización es casi completa y obliga a desviar la mirada más tiempo del deseado. El cuadro de instrumentos es también digital, con buena resolución, aunque algo limitado en opciones de personalización. La cámara de marcha atrás, sin ser mala, podría ofrecer mejor definición y ángulos más amplios. En un coche de este precio, uno espera lo mejor también en ese apartado.

El sistema de sonido Mark Levinson, con 21 altavoces, es uno de los mejores que he escuchado en un SUV. La acústica está cuidada, el aislamiento del habitáculo es excelente y la calidad de reproducción está a la altura de lo que se espera en un coche que parte de los 112.650 euros, extras a parte. El techo panorámico eléctrico añade luminosidad y mejora la sensación de amplitud, algo que ya de por sí no falta.

El RX 500h F SPORT Performance no utiliza el tradicional esquema híbrido de la casa. Aquí no hay un cambio CVT como en otros Lexus, sino una caja automática de seis relaciones que se combina con un motor 2.4 turboalimentado de cuatro cilindros y dos motores eléctricos, uno delante y otro detrás, sumando 371 CV y 550 Nm. Este conjunto no solo proporciona tracción total permanente gracias al sistema Direct4, sino que también consigue una aceleración de 0 a 100 km/h en poco más de 6 segundos. La sensación al volante es mucho más directa que en otros híbridos de la marca. Se nota el empuje del turbo, especialmente en modo Sport, y el cambio actúa con rapidez suficiente como para no echar de menos soluciones más radicales.

Durante mi prueba combiné trayectos urbanos, autovía y tramos de carretera secundaria. El consumo medio que obtuve fue de 9,4 l/100 km. Lexus homologa 8,3 litros, pero ese dato solo es alcanzable en condiciones muy concretas. Teniendo en cuenta el peso (2.155 kg) y las prestaciones, me parece una cifra bastante razonable. El depósito de combustible es de 65 litros, lo que permite una autonomía práctica en torno a los 600 kilómetros reales sin mayor problema. No se trata de un híbrido enchufable, por lo que no hay que preocuparse de enchufes ni cables. Todo sucede de forma automática y el sistema gestiona bastante bien cuándo emplear electricidad o combustión, aunque predomina esta última cuando se exige potencia.

La suspensión adaptativa variable, incluida de serie en este acabado, trabaja de forma notable. En ciudad filtra con solvencia, y en carretera muestra una compostura que sorprende en un SUV de estas dimensiones. No hay balanceos excesivos ni cabeceos marcados. Es cierto que el RX sigue priorizando el confort sobre la deportividad, pero el modo Sport endurece los amortiguadores, da más peso a la dirección y afila la respuesta del acelerador. No es un coche para entrar en curvas como un hot hatch, pero se defiende con soltura. La tracción total garantiza motricidad incluso en mojado y permite mantener un ritmo elevado con seguridad. En tramos revirados de montaña, se comportó con más agilidad de la esperada.

En materia de seguridad, el RX 500h incorpora el sistema Lexus Safety System+ de tercera generación. Cuenta con frenada automática de emergencia con detección de peatones y ciclistas, control de crucero adaptativo con lectura de señales y función de asistencia en curva, alerta activa de cambio involuntario de carril, asistente de mantenimiento, luces largas automáticas, monitor de ángulo muerto, y cámara 360º opcional. Durante la prueba, el funcionamiento fue ejemplar, con intervenciones suaves y bien calibradas. También incluye asistente de aparcamiento automático, aunque requiere parar el coche para que detecte la maniobra. En este aspecto, hay margen de mejora frente a lo que ofrecen algunas marcas europeas.


El precio base del Lexus RX 500h F SPORT Performance parte desde 112.650 euros. Ahora bien, la unidad probada equipaba una serie de opciones que elevaban de forma considerable la factura final, situándola en un rango claramente premium. No es un coche asequible, pero tampoco lo pretende. Lexus posiciona esta versión como una alternativa de alto nivel dentro del segmento de los SUV de gran tamaño con tecnología híbrida de altas prestaciones. En este contexto, compite directamente con modelos como el BMW X5 xDrive50e, el Audi Q7 55 TFSIe o el Mercedes-Benz GLE 400e. Sin embargo, ninguno de ellos ofrece exactamente el mismo enfoque: el Lexus apuesta por un sistema híbrido autorrecargable que no requiere enchufe, combina tracción total eléctrica con un diseño exterior e interior muy diferenciado y mantiene la reputación de fiabilidad mecánica que ha caracterizado históricamente a la marca.

La conclusión a la que llego tras varios días y más 1.000 kilómetros es clara: el RX 500h, es un Lexus para quienes valoran las sensaciones al volante sin renunciar al confort ni a la eficiencia. Ofrece mucho espacio, presencia, potencia y personalidad propia. No busca parecerse a sus rivales europeos, sino proponer una alternativa distinta. Y en un mercado cada vez más polarizado entre eléctricos puros y SUV híbridos descafeinados, se agradece que una marca apueste por el equilibrio con carácter.

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