La mujer que más veces ha participado en las 24 Horas de Le Mans
Anny-Charlotte Verney es reconocida como la mujer con más participaciones en las legendarias 24 Horas de Le Mans, lo que le ha valido el título de la «reina» de esta icónica competición. Con diez apariciones en el París-Dakar y una vida repleta de éxitos en el automovilismo, esta piloto francesa es una figura mítica en el mundo de las carreras. Hoy, a sus 81 años, disfruta de una vida tranquila en el suroeste de Francia.
“Siempre he hecho lo que he querido”, confiesa Verney con una sonrisa en la terraza de su hogar cerca de Biarritz. Con unas gafas de piloto azul claro, la veterana competidora narra su vida con la misma sorpresa y entusiasmo que alguien recién descubierto.
Una pasión que comenzó en la infancia
Para entender el origen de su amor por la competición, hay que remontarse a 1949. Su padre, Jean-Louis François Verney, entonces vicepresidente del Automobile Club de l’Ouest (ACO) y organizador de las 24 Horas de Le Mans, la llevó a ver la carrera por primera vez en su ciudad natal. Fue en ese momento cuando Anny-Charlotte, con solo seis años, declaró: «Algún día competiré aquí». Su padre, condescendiente, respondió con un «Oui, oui» sin prestarle mucha atención.
Años más tarde, su madre Johanna se vio en una situación similar durante un desfile de modas. La pequeña Verney, apuntando a las modelos, le dijo: «Algún día yo también estaré ahí». De nuevo, su madre respondió con un casual «Claro, claro». Lo que ambos padres no sabían en ese momento era que su hija menor no dejaba nada a medias. «Cuando digo que haré algo, lo hago», asegura Verney con determinación, incluso hoy en día.
Una carrera imparable
A los 21 años, Anny-Charlotte decidió independizarse. Se inscribió en una escuela de modelos y rápidamente se convirtió en la imagen de grandes marcas como L’Oréal y Hermès, lo que le permitió viajar por el mundo durante cuatro años. Sin embargo, su pasión por la velocidad nunca se apagó. Decidida a seguir su sueño, se matriculó en la escuela de pilotos “L’école de pilotage Bugatti” de Le Mans, donde fue la única mujer entre 150 aspirantes. Solo 50 de ellos lograron pasar las pruebas y, contra todas las expectativas, Anny-Charlotte terminó en la novena posición. Este logro le valió ser seleccionada por Citroën para pilotar el monoplaza Citroën MEP en 1972.
A pesar de su creciente carrera como piloto, Verney nunca dejó de lado otras responsabilidades. Además de trabajar en la empresa de transportes de su padre, tuvo su primer hijo en 1970 y continuó compitiendo a lo largo de los años.
El debut en Le Mans
En 1974, su patrocinador BP le dio la oportunidad de su vida al incluirla en el equipo de pilotos para las 24 Horas de Le Mans al volante de un Porsche 911 Carrera RSR. Sus padres se enteraron de su participación a través de la prensa, y su padre, normalmente sereno, casi sufre un infarto al enterarse. Preocupado por su seguridad, le advirtió: «Si el ritmo es demasiado rápido, ¡abandona!». Sin embargo, ella respondió con una broma: «Claro, papá, pondré los intermitentes y me detendré al final de la recta de Les Hunaudières», refiriéndose al tramo más rápido del circuito.
Durante las primeras vueltas de la carrera, el miedo la invadió, preguntándose qué hacía allí. Pero pronto encontró su ritmo y, según recuerda, «A las cuatro de la mañana, el aire estaba más fresco y el coche rodaba perfectamente. Fue una noche mágica». Cuando se le pregunta qué la atraía de las carreras, responde sin titubeos: «La pelea». Para ella, se trataba de competir, de ganar. ¿Y el miedo? «Nunca lo sentí. Estaba demasiado concentrada en la conducción», asegura.
Diez participaciones en las 24 Horas de Le Mans
Anny-Charlotte Verney es una figura destacada en la historia de Le Mans, habiendo participado en la carrera diez veces, más que cualquier otra mujer. Entre sus logros más notables se encuentra la victoria en su categoría en 1978, al volante de un Porsche 911 Carrera RSR, y su sexto puesto en la clasificación general en 1981, con un Porsche 935 K3, con el cual alcanzó una velocidad máxima de 358 km/h.
“Un Porsche es un Porsche”, afirma con cariño. Para ella, no había coche más fiable para carreras como Le Mans o Daytona, donde también compitió. Sin embargo, cuando se le pregunta por qué no tiene uno en su garaje, responde entre risas: «¡No quiero que me quiten el carné de conducir!», refiriéndose a los estrictos límites de velocidad en Francia.
Aventura en el Dakar
Además de Le Mans, Verney también es conocida por su participación en el Rally París-Dakar. En su primera incursión en 1982, llevó como copiloto a Mark Thatcher, hijo de la primera ministra británica Margaret Thatcher. La aventura estuvo a punto de convertirse en tragedia cuando, tras una avería en el eje trasero de su vehículo en pleno Sáhara, se desviaron de la ruta y quedaron varados en el desierto durante seis días, sin apenas agua ni comida. «Dos días más y no lo contamos», reflexiona sobre esa angustiante experiencia.
Una vida de pasión y aventura
A pesar de los peligros, Verney nunca abandonó su amor por la competición. A lo largo de su carrera, sobrevivió a múltiples accidentes, como el que sufrió en el Rally Bandama en Costa de Marfil en 1973, donde salió ilesa tras varias fracturas. Incluso en 1990, durante el París-Dakar, dio siete vueltas de campana con su coche y, sin embargo, continuó participando en más competiciones.
Su última carrera fue en 1992, durante el trayecto de París a Ciudad del Cabo. Fue entonces cuando, por segunda vez en su vida, se preguntó: «¿Qué hago aquí?», y esta vez no encontró la respuesta que buscaba, por lo que decidió retirarse. Después de pasar varios años en la República Dominicana y luego en Florida, Verney ha regresado a su querida Francia, donde, por supuesto, asiste anualmente a las 24 Horas de Le Mans.
Hoy, continúa haciendo lo que le gusta. Practica golf, pilates y sigue al frente de sus negocios. Cuando le apetece, toma su coche y se dirige a España para visitar a amigos y familiares. Al despedirnos con un apretón de manos, Verney sonríe y comenta: «¿Qué más puedo pedir?». Son las cuatro de la tarde, justo la hora en que cada año comienza su querida carrera en Le Mans.
Texto: Andrea Walter
Fotos: Céline Levain, Porsche