En 1999, el Centro de Desarrollo de Weissach fue testigo del nacimiento de un ambicioso proyecto que, pese a no llegar a competir, dejó una huella indeleble en la historia de Porsche. El LMP 2000, concebido originalmente para dominar las 24 Horas de Le Mans, vio truncado su desarrollo debido a limitaciones presupuestarias. Ahora, 25 años después, este prototipo ha sido restaurado y presentado nuevamente por el equipo de Museo y Patrimonio de Porsche, reviviendo los recuerdos y las emociones de quienes formaron parte de su creación.
Durante su breve periodo de pruebas en 1999, el LMP 2000 recorrió apenas 78 kilómetros antes de ser cubierto y almacenado. El prototipo fue diseñado para cumplir con las estrictas normativas de la categoría LMP900 de Le Mans, con un peso máximo de 900 kg y un motor V10 atmosférico de 5.5 litros capaz de entregar más de 600 CV. El objetivo era claro: conquistar la victoria absoluta en la emblemática carrera. Sin embargo, en agosto de ese mismo año, el proyecto fue cancelado. A pesar de ello, el vehículo fue completado y sometido a su primera y única prueba en pista.
La reciente reactivación del LMP 2000 fue posible gracias a la dedicación del equipo de Museo y Patrimonio de Porsche, quienes no solo restauraron su motor y caja de cambios, sino que también lograron integrarlo con tecnología moderna para devolverle la funcionalidad. Para ello, contaron con el apoyo del equipo de Fórmula E de Porsche y de ingenieros especializados. Utilizando una unidad de control adaptada, el equipo consiguió poner en marcha el motor V10 y activar el sistema de cambios hidráulicos, un desafío que evidenció la complejidad técnica del proyecto original.
El evento de presentación contó con la presencia de numerosos ingenieros y colaboradores originales, quienes recordaron con nostalgia su participación en el desarrollo del LMP 2000. Allan McNish, piloto oficial en 1999 y encargado de conducir el prototipo en sus pruebas iniciales, fue el encargado de llevarlo nuevamente a la pista. A sus 54 años, McNish destacó la estabilidad y el potencial del coche, además de rememorar el día en que estableció un récord de velocidad en el circuito de Weissach, alcanzando los 302 km/h.
La importancia del LMP 2000 no radica solo en sus características técnicas, sino también en lo que representó para Porsche y sus ingenieros. Para Norbert Singer, entonces jefe del proyecto, el prototipo era un reflejo de innovación y eficiencia, diseñado para minimizar el desgaste de neumáticos y reducir las paradas en boxes. Aunque nunca compitió, el coche encapsula la dedicación y pasión de quienes trabajaron en su desarrollo.
La restauración de este prototipo histórico es un homenaje tanto al esfuerzo colectivo como al espíritu de superación de la marca. Para el equipo que participó en el proyecto, el LMP 2000 simboliza un capítulo único en su carrera profesional, un logro técnico que, a pesar de no haber corrido en Le Mans, sigue generando admiración y respeto. Ahora, restaurado y funcionando, el vehículo vuelve a ser un testimonio tangible del legado automovilístico de Porsche.