En el sur de Florida, en la tranquila localidad costera de Jupiter, se esconde un garaje que bien podría considerarse un pequeño santuario para los amantes de Porsche. Allí, Richard Raimist, estadounidense de 72 años, guarda cuidadosamente una colección muy particular: deportivos de la firma alemana que comparten un mismo detalle distintivo, el exclusivo color marrón Sepia.
Un color con historia
Este tono, introducido como pintura especial a principios de los años 70, se convirtió rápidamente en un icono para los modelos de la época. Entre 1970 y 1973, Porsche produjo poco más de 1.200 unidades del 911 en este color, de las cuales menos de 500 fueron carrocería Targa. Una de ellas fue la primera adquisición de Raimist, un 911 T de 1973, comprado con apenas 20 años en un concesionario de Hollywood.
“Fue amor a primera vista”, recuerda. “No era un color común en Los Ángeles y eso lo hacía aún más especial”. Ese coche, que aún conserva, marcó el inicio de una vida ligada a Porsche tanto en lo personal como en lo profesional.

De las calles a los circuitos
La relación de Raimist con el automovilismo no se limitó a la carretera. Tras varios años de uso diario, decidió preparar su 911 Targa para competición amateur. Lo dotó de aletas ensanchadas RS, un volante deportivo y un motor 3.2 litros, y comenzó a participar en pruebas de autocross y eventos del Porsche Club of America.
La experiencia le abrió las puertas de competiciones más exigentes, y en 1993 sumó un 911 Coupé de 1973 transformado a especificaciones RSR. Un año después, llegó un auténtico RSR 3.8 de fábrica, con el que compitió en circuitos de prestigio como Sebring, Laguna Seca o Road Atlanta.

Las 24 Horas de Daytona: el gran salto
En 1995, Raimist dio un paso que marcó su carrera deportiva: participar en las 24 Horas de Daytona a bordo de un 911 Cup. Terminó en la posición 27 de una parrilla con más de 70 coches, una experiencia que describe como “el momento que encendió definitivamente la llama”.
Ese mismo año fundó su propio equipo, A.R.E., con el que obtuvo resultados notables en el campeonato IMSA-GTP. En 1996, volvió a Daytona como piloto y propietario, alcanzando un meritorio sexto puesto absoluto y segundo en su categoría.
Del volante a la gestión
El éxito como jefe de equipo le obligó a dejar poco a poco el papel de piloto. Durante años, Raimist dirigió A.R.E. en la primera línea del automovilismo estadounidense, hasta que en el año 2000 decidió retirarse de la competición profesional. Con el cambio de milenio se instaló definitivamente en Florida, donde continuó vinculado al mundo del motor, asesorando a pilotos y participando en eventos locales.

Una colección muy especial
Hoy, el garaje de Raimist es un escaparate del vínculo emocional que une a un entusiasta con su marca favorita. Entre las piezas más destacadas están su primer 911 Targa de 1973, un 911 Targa 4 GTS (992) adquirido en 2023 y un 718 Spyder RS de 2024, todos en marrón Sepia. A ellos se suman otros modelos como un 718 Spyder de 2022, dos 911 clásicos del 73 y un 914.
El color, ahora disponible a través del programa Paint to Sample de Porsche, se ha convertido en una especie de sello personal para él. Y la colección está a punto de crecer: Raimist ya ha confirmado que este verano recibirá un nuevo 718 Cayman GT4 RS en el mismo tono.
Mucho más que coches
Fuera del mundo del motor, Raimist cultiva otra pasión: el ciclismo. Compite desde hace más de cuatro décadas en pruebas de carretera y pista, y regenta una tienda de bicicletas en Jupiter. Sin embargo, sus raíces automovilísticas siguen muy presentes. Participa en concentraciones, comparte historias en redes sociales y, sobre todo, sigue disfrutando de la conducción de sus Porsche, todos perfectamente mantenidos y listos para rodar.

“Cada vez que me pongo al volante de uno de mis coches marrón Sepia”, afirma, “es como viajar en el tiempo y recordar todo lo que he vivido con ellos”.
Un testimonio vivo de que, para algunos, el vínculo con un automóvil no se mide en kilómetros, sino en experiencias.