El automóvil y el verano han mantenido una relación especial desde hace décadas. En ese vínculo, Lancia ha sabido crear modelos que evocan placer de conducción, diseño elegante y momentos memorables al volante. Entre ellos, destacan tres clásicos que han dejado huella: el Aurelia B24 Spider, el Flaminia GTL 2+2 (y su versión Convertible) y el Fulvia Coupé.

El Lancia Aurelia B24 Spider debutó en 1954 y es hoy un emblema del automóvil italiano de los años 50. Diseñado por Pininfarina, combinaba un estilo refinado con buenas prestaciones, alcanzando los 185 km/h. Concebido inicialmente para el mercado estadounidense, fue muy bien recibido en la costa californiana, donde su imagen se asoció a un estilo de vida desenfadado y sofisticado. Algunas decisiones de diseño, como la eliminación de manecillas exteriores o el uso de paneles de plexiglás en lugar de ventanillas, buscaban aligerar peso y mejorar la aerodinámica.

La repercusión cultural del Aurelia B24 fue tal que incluso tuvo apariciones destacadas en el cine, como en la película italiana “Le Fanfarron” (1962), donde compartió protagonismo con Vittorio Gassman. Su apodo «Spider America» nació de su popularidad entre actores y figuras de la alta sociedad en Estados Unidos.

En 1957, Lancia presentó el Flaminia como sucesor del Aurelia. Con un enfoque más orientado al lujo, tomaba referencias estéticas del prototipo Lancia Florida, también firmado por Pininfarina. El modelo evolucionó en varias versiones, entre las que destacan el Flaminia Convertible y el Flaminia GTL 2+2, ambos desarrollados por Carrozzeria Touring.

Estos acabados se fabricaron bajo la estructura Superleggera, técnica que utilizaba un chasis tubular de acero combinado con una carrocería de aluminio, lo que contribuía a mejorar la relación peso-potencia y a facilitar la conducción en trayectos largos. El Flaminia Convertible, que apareció en 1960, se basaba en el GT Coupé e incorporaba un motor de 2.8 litros con 150 CV. El Flaminia GTL 2+2, por su parte, aumentaba la distancia entre ejes en 80 mm para ofrecer cuatro plazas sin comprometer prestaciones ni confort.

En 1965 fue el turno del Lancia Fulvia Coupé. Su diseño compacto y líneas deportivas ocultaban un motor V4 de 1.2 litros, tracción delantera y cuatro frenos de disco, una configuración que le otorgó un comportamiento muy ágil. Mostraba estabilidad incluso en carreteras sinuosas, lo que lo convirtió en una opción muy atractiva para los conductores más dinámicos.

El Fulvia ganó reconocimiento en competición, con su versión HF cosechando éxitos como la victoria en el Rally de Montecarlo de 1972, pilotado por Sandro Munari. Esa versión deportiva consolidó la presencia de Lancia en el mundo de los rallies y sentó las bases de futuros modelos con enfoque competitivo.
Cada uno de estos tres modelos representa una etapa distinta de la historia de Lancia, pero todos comparten una visión común: diseño cuidado, experiencia al volante y un equilibrio entre estética y funcionalidad que sigue siendo valorado.