El Alfa Grand Prix, es uno de esos coches que han marcado un antes y un después en la competición. Desarrollado por el legendario ingeniero Giuseppe Merosi, este modelo emblemático de la firma milanesa debutó el 1 de mayo de 1914, iniciando así una nueva era en los Grand Prix, la categoría principal del automovilismo de la época.
El contexto del Gran Premio de Francia de 1914 estableció las primeras reglas y limitaciones para los vehículos participantes, con especificaciones estrictas sobre cilindrada y peso. Con estas directrices en mente, Merosi y su equipo se dedicaron al diseño y producción del Alfa Grand Prix, utilizando como base el exitoso Alfa 40/60 HP.
El Alfa Grand Prix destacó por sus innovaciones técnicas, como el motor de doble árbol de levas en cabeza y la configuración de válvulas en culata a 90˚. Incorporando dos bujías por cilindro, este vehículo se convirtió en el pionero de la tecnología «Twin Spark», un distintivo de la marca durante décadas. Con un peso de 1050 kg y un potente motor de 4 cilindros, el Alfa Grand Prix alcanzaba una velocidad máxima de 150 km/h, demostrando su capacidad en las pistas.
A pesar de sus prometedores avances, el Alfa Grand Prix no pudo competir en el Gran Premio de Francia debido a los preparativos para la Targa Florio y la inestabilidad política previa al estallido de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, su legado perduró, ya que el prototipo se resguardó en una fábrica de Milán, esperando su momento.
Después de la guerra, Nicola Romeo, nuevo propietario de la marca, decidió revitalizar el proyecto del Alfa Grand Prix, rebautizándolo como Alfa Romeo Grand Prix. Aunque se realizaron ajustes y mejoras, el proyecto fue abandonado en 1922 después de obtener resultados modestos. Aun así, los avances técnicos y la pasión por la competición siguen siendo parte integral de la filosofía de la marca.