En los años 70, Citroën se enfrentó al desafío de crear un sucesor digno para el icónico “Tiburón” (DS), y la respuesta fue el Citroën CX, un modelo que marcó una nueva etapa en diseño y eficiencia aerodinámica. Su nombre hacía referencia a su coeficiente aerodinámico de 0,35, una cifra destacable incluso para los estándares actuales. Este enfoque en la aerodinámica no solo era estético, sino funcional, ayudando a mejorar la eficiencia en una época marcada por la crisis energética.
Lanzado oficialmente en el Salón del Automóvil de París en 1974, el Citroën CX se presentó como una berlina innovadora que equilibraba confort, rendimiento y modernidad. Desde el principio, el vehículo impresionó por su suspensión hidroneumática, que garantizaba una conducción suave y estable, y su diseño, obra de Robert Opron, que conjugaba elegancia con funcionalidad. La combinación de estas características le valió numerosos premios, incluido el de Coche del Año en Europa en 1975, un reconocimiento a su diseño, seguridad y prestaciones en carretera.
El Citroën CX fue también un reflejo de su tiempo. La crisis del petróleo de 1973 obligó a los fabricantes a priorizar la eficiencia en el consumo de combustible. En respuesta, Citroën desarrolló motores más eficientes, incluyendo versiones diésel, que ofrecían un equilibrio entre consumo reducido y placer de conducción. Este enfoque quedó demostrado en un reto emblemático: recorrer los 930 kilómetros entre París y Niza sin repostar. El diseño aerodinámico del modelo también desempeñó un papel crucial en esta hazaña.
La planta de Vigo, en España, asumió parte de la producción de este modelo premium entre 1976 y 1980, fabricando un total de 17.199 unidades. Esta decisión reflejaba la confianza de Citroën en las capacidades técnicas de la planta gallega, que ya había demostrado su valía con el avanzado Citroën GS. La producción española contribuyó a consolidar el éxito del CX en mercados internacionales.
En términos de confort y ergonomía, el CX fue pionero en muchos aspectos. Su puesto de conducción, diseñado por Michel Harmand, organizaba todos los controles al alcance del conductor, mientras que el cuadro de instrumentos semicircular ofrecía una experiencia intuitiva y moderna. Este enfoque práctico sentó las bases para el programa Citroën Advanced Comfort, que sigue siendo un pilar de la marca en la actualidad.
El Citroën CX también destacó por su capacidad de adaptación a diferentes necesidades y mercados. En 1975 se introdujo una versión familiar (break), seguida en 1977 por la deportiva 2400 GTi con inyección electrónica. Más tarde, en 1978, llegó la lujosa serie Prestige, que alargaba la carrocería en 28 centímetros, ofreciendo un espacio interior excepcional. Estas variantes ampliaron el atractivo del modelo, consolidando su reputación como un vehículo versátil y avanzado.
El modelo continuó evolucionando durante su vida comercial, convirtiéndose en un referente entre las berlinas de lujo de su época. Entre 1974 y 1991, Citroën vendió más de 1,2 millones de unidades del CX en todo el mundo, fabricándolo en Francia, España y Chile. Este éxito comercial y su diseño innovador dejaron un legado que aún se percibe en modelos actuales como el Citroën C5 X, así como en concept cars como el CXperience.
Treinta años después de que finalizara su producción, el Citroën CX sigue siendo un modelo valorado por coleccionistas y entusiastas, especialmente en versiones como el CX GTi Turbo. Su combinación de tecnología, diseño y confort marcó un antes y un después en la industria automotriz, manteniendo viva su influencia en el diseño contemporáneo de Citroën.