El Fiat Mefistofele, una criatura nacida de la pasión por la velocidad y la ingeniería de Ernest Eldridge, ha sido uno de los protagonistas indiscutibles en las celebraciones del 125 aniversario de Fiat. Este bólido, que aúna potencia bruta y diseño vanguardista, ha dejado una huella imborrable en la historia del automóvil.
Un británico en busca de récords
Ernest Eldridge, un aristócrata británico con una insaciable sed de velocidad, fue el cerebro detrás del Mefistofele. Tras su experiencia como conductor de ambulancias durante la Primera Guerra Mundial, Eldridge se sumergió de lleno en el mundo de la automoción y la aviación. Su objetivo era claro: batir récords de velocidad y dejar su nombre escrito en la historia del motor.
La creación de un monstruo mecánico
Para alcanzar su meta, Eldridge adquirió un chasis de Fiat SB4 y un potente motor de avión Fiat A.12. Tras meses de trabajo y numerosas modificaciones, nació el Mefistofele: un monstruo mecánico capaz de desarrollar una potencia de 350 caballos y alcanzar velocidades superiores a los 230 km/h. Su diseño, una mezcla de elementos de competición y piezas recicladas, lo convertía en una máquina única y fascinante.
Un duelo épico en la Route Nationale 20
En 1924, Eldridge se enfrentó al piloto francés René Thomas y su Delage V12 en una emocionante carrera para batir el récord mundial de velocidad. La cita tuvo lugar en la Route Nationale 20, cerca de Arpajon (Francia). Tras una intensa lucha, Eldridge logró imponerse a su rival, alcanzando una velocidad máxima de 234,98 km/h.
Un legado imborrable
El Fiat Mefistofele no solo fue un hito en la historia de la velocidad, sino también un símbolo de la pasión y la creatividad de sus creadores. Este automóvil, que hoy se encuentra expuesto en el Centro Storico Fiat, sigue fascinando a aficionados y expertos en todo el mundo.